San Teotonio es muy
venerado en Portugal. Era sobrino de Cresconio, obispo de Coímbra y había sido
destinado al sacerdocio desde muy joven. Después de su ordenación fue enviado a
Viseu, y al poco tiempo se había convertido en el director espiritual de todos
los habitantes de la población. A una vida muy santa y austera, unía una gran
elocuencia que pronto le valió mucha fama. Renunció al cargo de arcipreste para
hacer una viaje a Tierra Santa. A su vuelta, siguió trabajando en Viseu. La
reina y su esposo Enrique, conde de Portugal, le rogaron repetidas veces que
aceptara el gobierno de una diócesis, pero el santo se rehusó siempre. San
Teotonio profesaba un gran amor a los pobres, así como a las almas del
purgatorio, en cuyo honor cantaba una misa solemne todos los viernes, a la que
seguía una procesión de todo el pueblo al cementerio, durante la cual recogían
grandes sumas para los pobres. El santo condenaba el vicio con gran libertad de
palabra y era muy respetado, aun por los principales personajes del lugar. Una
vez que asistieron a un sermón suyo la reina viuda y el conde Fernando, cuyas
relaciones eran el escándalo de la ciudad, san Teotonio pronunció un sermón tan
violento contra ellos, aunque sin nombrarles, que ambos personajes salieron
apresuradamente del templo, llenos de confusión. En otra ocasión, cuando se
revestía para celebrar la misa de Nuestra Señora, recibió un mensaje de la
reina, rogándole que abreviase un poco las ceremonias. Teotonio le respondió
que la misa se celebraba en honor de un Soberano más grande que todos los de la
tierra, y que la reina estaba en libertad de partir cuando quisiera. Tal
respuesta llenó de santa confusión a la soberana, que esperó hasta el fin de la
misa para pedir perdón y penitencia al santo.
A su regreso de una
nueva peregrinación a Tierra Santa, Teotonio supo que su antiguo preceptor,
Tello, quería fundar en Coímbra un monasterio de Canónigos Regulares de San
Agustín y se decidió a ingresar en dicha comunidad. Pronto fue elegido prior,
aunque había sido el duodécimo en entrar. El rey Alfonso, que tenía veneración
por el santo, colmó de beneficios al monasterio de la Santa Cruz. Otro tanto
hizo la reina Mafalda, aunque no por ello le permitió Teotonio penetrar en la
clausura. En una época de relajación, san Teotonio se distinguió por su
insistencia en la celebración exacta y reverente de los divinos misterios, y
jamás se resignó a que sus monjes los celebrasen de prisa. El rey atribuyó a
sus oraciones las victorias que obtuvo sobre sus enemigos y el hecho de haber
recobrado la salud y, en prueba de gratitud, prometió libertar a todos los
prisioneros cristianos mozárabes. San Teotonio llegó a ser abad del monasterio
en el que pasó los treinta últimos años de su vida. Murió a los ochenta de
edad. Cuando el rey Alfonso recibió la noticia de su muerte, exclamó: «Su alma
llegará al cielo mucho antes de que su cuerpo toque la tierra». Los obispos de
Portugal lo consideraron santo ya al año siguiente de su muerte, aunque al no
ser una canonización en plena regla, durante el pontificado del papa Benedicto
XIV (1740-1758) se confirmó su culto.
Sus
reliquias fueron trasladadas a una capilla del monasterio de Santa Cruz de
Coimbra. Teotonio fue el primer santo portugués que fue canonizado. Su culto el 18 de febrero, fue difundido por
los agustinianos. En 1602 fue proclamado patrón de la ciudad y diócesis de Viseu.